—¿Y si el amor no se tratara de irse, sino de quedarse, a cualquier precio? —preguntó Clarissa.
—¿Y si la persona que adorabas llevaba oscuros y peligrosos secretos, pero en lugar de huir, te encontrabas atraída aún más profundamente?
—Dicen que el amor te vuelve ciego. Pero, ¿y si hace que veas todo, cada oscuro secreto, cada acto retorcido, y aun así elijas quedarte?
—He amado a Nathan desde que tengo memoria. Al principio, pensé que era porque él eligió a Lyla sobre mí. Pero no era la envidia lo que me mantenía unida a él por la cadera, era la emoción, la fascinación que crecía cada vez que descubría una parte de él que nadie más veía.
—No me enamoré de Nathan porque fuera perfecto, está lejos de serlo. Me enamoré de él porque yo era la única que veía sus imperfecciones. Cada vez que el destino me hacía testigo de sus momentos más oscuros, cada terrible secreto que descubría, solo me arrastraba más bajo su hechizo.