El amanecer...

Clarissa

La incredulidad se convirtió en ira, hirviendo tan rápidamente que sentí cómo recorría mis venas. —¿Me estás mandando de vuelta? ¿Qué te has creído que soy, Nathan? ¿Un objeto inútil que ya no necesitas?

Él suspiró, aún mirando al espejo. —Cuando te necesite, te mandaré llamar.

Di un paso hacia él y me lancé, mi mano golpeando su pecho mientras la rabia se desataba por todo mi cuerpo.

—¡Bastardo! ¿Crees que puedes simplemente deshacerte de mí cuando te conviene?

Él atrapó mis muñecas con facilidad, manteniéndome en su lugar. Su agarre no era brusco, pero sí fuerte. Sus ojos se fijaron en los míos.

—Las sirvientas están mirando, Luna Clarissa. ¿Qué dirán cuando salgan de aquí? ¿Que nuestra todopoderosa Luna estaba peleando con su pareja?