Ramsey La pura rabia hervía como agua hirviendo mientras atravesaba el patio. Mis botas levantaban grava con cada paso furioso. Mi Licano – Lax estaba arañando mis entrañas y mis costillas. Se movía inquieto y agitado, gruñendo por ser liberado, correr, y cazar. Habían pasado casi tres días—setenta y dos horas extenuantes—desde que Lyla había desaparecido, y mi control estaba resbalando con cada segundo.
—¡Ramsey, por favor! —Lenny me llamó desde detrás—. ¡Detente y escúchame un momento!
Seguí caminando. Si me detenía, si lo enfrentaba ahora mismo, no podía garantizar lo que sucedería. Mis manos ya estaban temblando, garras amenazando con estallar a través de mis yemas.
—¡Ramsey! ¡Ramsey, espera!
Sus pasos resonaban en el suelo mientras corría tras de mí. Finalmente me alcanzó, se lanzó frente a mí y se plantó directamente en mi camino. Su rostro estaba enrojecido, ojos suplicantes.
—Necesitas calmarte y escucharme. Por favor.