Cuando finalmente se cansó de llorar y se calmó, Justin le ofreció la botella de agua que había traído. Natalie tomó unos sorbos, tratando de tranquilizar su mente mientras se sentaba en silencio, perdida en recuerdos del pasado.
—Solía venir aquí con mi madre cuando era niña —dijo por fin—. Este es el único lugar que no ha cambiado, ni en su vista ni en la manera en que me hace sentir. Después de que ella me dejó, siempre venía aquí cuando estaba herida, cuando sentía que no tenía a dónde ir o pensaba que nadie podía entenderme. Este lugar siempre ha sido mi consuelo.