Llamada con Julia

Justin y Natalie volvieron a casa. Al entrar en el dormitorio, Natalie se desplomó en el sofá y cerró los ojos. Justin se sentó junto a ella y habló.

—¿Quieres un hombro en el que llorar?

Con los ojos aún cerrados, ella suspiró. —Me temo que ni siquiera saldrán lágrimas si lo intento. Debo haber agotado mi cuota de llanto.

—Entonces eso es bueno —dijo él y le sirvió un vaso de agua. Ella lo aceptó y Justin la observó—. ¿En qué estás pensando?

Tomó unos sorbos de agua y negó con la cabeza. —Nada. Solo cansada. Quizás una ducha me ayude a relajarme —dijo y ya se puso de pie, dirigiéndose al baño.

Justin no la detuvo y observó cómo la puerta del baño se cerraba tras ella.

Había recibido llamadas de su abuela, pero no pudo contestarlas mientras estaba con Natalie. Ahora, por fin, podía hablar con la anciana. Ya sabía por qué lo había llamado.

En el momento en que contestó, la voz ansiosa de Julia se escuchó. —Mocoso, ¿dónde has estado?