En algún lugar lejano, un hombre estaba sentado en una silla detrás de un escritorio ordinario, escuchando a su asistente. Su camisa blanca tenía los dos primeros botones desabrochados, revelando parte de su pecho perfectamente esculpido. Las mangas de su camisa estaban arremangadas, resaltando sus brazos tonificados. Sus largos y delgados dedos golpeteaban contra el reposabrazos, con los ojos cerrados.
—Sr. Harper, esto es lo que ocurrió durante el banquete. Su padre organizó la comida especialmente para la señorita Natalie después de lo que la princesa y sus amigas hicieron —Noah le explicaba todo a Justin.
Reclinándose en su silla negra con despreocupación, Justin tenía una leve y satisfecha sonrisa en sus labios. —Parece que mi esposa aún tiene un fuerte apoyo incluso cuando no estoy yo.
—Sí, Sr. Harper —asintió Noah.