Justin llegó al País Oriental, donde tenía una lujosa mansión y la sede corporativa de NextEra Corp.
Al salir del aeropuerto, se dirigió directamente al rascacielos más alto de la ciudad. A través del ascensor VIP—usado exclusivamente por él—ascendió al piso más alto. En lo más alto del edificio se encontraba un enorme y oculto ático donde Justin se quedaba siempre que estaba en la ciudad. El resto del rascacielos estaba dedicado enteramente a las operaciones de la empresa.
Nadie fuera de su círculo más cercano sabía siquiera que existía un ático allí, mucho menos que el esquivo CEO residía en él.
Justin se dejó caer en el sofá de cuero negro en el gran salón del ático. La magnitud del espacio era difícil de captar sin girar para disfrutar la vista completa de 360 grados: ventanales de piso a techo mostraban la vasta ciudad abajo.
Estaba claro: este era un hombre que poseía una inmensa riqueza, y que se rodeaba solo con lo mejor.