—Mientras no insultes a mis hijos, me abstendré de mostrar mis verdaderos colores—si eso es lo que te molesta —dijo Serena a Mallory, su tono calmado pero advertente—. Me insultas a mí o a Alex, no digo nada. Pero no toleraré nada en contra de mis hijos. Los crié sola durante tantos años, y no es para que alguien al azar los hable mal sin siquiera conocerlos.
—La mujer a la que tu hijo hizo daño es hermana de mi esposo. ¿Cómo se supone que debo responderles ahora? —preguntó Mallory, su rostro enfadado.
—Ella no está muerta —dijo Alexander calmadamente—. Ella tuvo suerte de que fuera mi hijo pequeño y no yo usando ese cuchillo contra ella. Nadie tiene permitido hablar mal de mi mujer. —Su mirada cambió a una de advertencia—. Y veo que justamente estás haciendo eso.