Llamándolo Alex

—Vamos adentro —dijo Marina mientras guiaba a Justin.

—Te pareces a Alex —comentó Marina—. Espero que te reconozca.

Justin tarareó, y entraron en la casa. Un sirviente de mediana edad, que parecía ser el cuidador de este lugar, les dio la bienvenida.

Ella miró a Justin y luego a Marina. —Señora, el joven señor se parece mucho a su padre.

Marina sonrió. —Claro, Vera —y preguntó—, ¿Serena está despierta?

Vera asintió. —Está en el jardín trasero. Parece que no quiere dormir en este momento.

Marina asintió y le dijo a Justin:

—Sígueme.

Llevó a Justin hacia el otro lado de la sala de estar. Vera les abrió la puerta, que conducía al jardín trasero. Era un lugar hermoso lleno de vegetación, y como era de tarde, las numerosas luces lo habían iluminado bellamente como joyas brillantes.