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—¿Oh? —El Ancestro Santo y los demás expertos sonrieron al oír las palabras de Lin Lan. Se sorprendieron al saber que sólo quería presentar un regalo.
—Vuestras Honores, ¡miren! —Lin Lan logró mantener la calma. Movió su mano y un ataúd hecho de amatista apareció de inmediato ante los ojos de todos. ¡Sí, el regalo era un ataúd!
Al ver el ataúd, la sonrisa del Ancestro Santo se congeló en su rostro.
Todo el lugar quedó en un silencio sepulcral.
—He seleccionado personalmente este regalo para usted, su Excelencia. Está hecho de amatistas refinadas y puede prevenir la descomposición de su cuerpo durante mil años. Estoy segura de que estará cómodo en él después de su muerte —Lin Lan continuó.
El Ancestro Santo lució sombrío mientras escuchaba estas palabras.
Los otros expertos miraron a Lin Lan con asombro.
El ataúd podría ser un tesoro en cierto modo, pero nunca debería regalarse como un obsequio de cumpleaños.