—¿Vale la pena una vida así solo por un hombre?
La fría voz del Emperador Leng reverberó en el aire, cada una de sus palabras resonando clara y nítidamente en la cabeza de Leng Rushuang.
—¿Vale la pena? —murmuró Leng Rushuang. Aun así, sus labios se curvaron en una sonrisa. Luego miró al Emperador Leng—. El único indicio de calidez que he sentido en mi vida fue cuando él me curó en el Mundo Antiguo!
—¿Me preguntas si vale la pena?
—¡Por supuesto!
Su voz era tan fría como el hielo y llevaba una determinación nunca vista. Su resolución era más firme que nunca, como se reflejaba en sus ojos.
Lo que ocurriera hoy, y sin importar lo que sucediera en el futuro... ¡nunca lo lamentaría!
—¡Idiota! —El Emperador Leng continuó reprendiendo a su hija.
El Emperador Xiao extrañamente no dijo nada.
Jian Wushuang, que estaba al lado de Leng Rushuang, estaba completamente aturdido.
Las palabras del Emperador Leng seguían resonando en su cabeza.