Al posarse el peso de la revelación de Xu Feng en la habitación, Xiao Momo y Xiao An no pudieron ocultar su angustia.
—¿Dejar huevos? —Xiao Momo parecía no estar tomando bien la noticia, y Xiao An tampoco.
Xiao Momo, poco familiarizado con su padre, parecía preocupado por la posible ausencia de un papá, que era el único progenitor que realmente conocía. Y, en realidad, era algo bueno.
Mientras que Xiao An, que había experimentado la vida con un padre, la idea de perder a su papá no era algo que quisiera considerar. El espectro del hambre y el abuso pasados se disipaba con la presencia de su padre, y ahora la incertidumbre inminente traía inquietud.
¿Tendrían que vivir estos dos huevos nacidos en una casa tan grande sin un papá?
Xiao An preferiría vivir en la pequeña cabaña de su aldea sin esta bonita y cómoda cama que vivir sin su papá.
Su comportamiento una vez vibrante había cambiado, y la habitación se sentía más pesada con la contemplación de los niños.