—No bebas demasiado rápido —dijo la Partera Lee.
La habitación contuvo la respiración mientras Xu Feng tragaba la pócima. Sorprendentemente, la amargura no era tan dominante como se esperaba, añadiendo un giro a la tensión anticipada en el aire.
En el momento en que el primer sorbo tocó sus labios, la expresión de Xu Feng cambió.
La máscara de indiferencia, reminiscente de su primera llegada a la finca Nanshan, se asentó en su rostro. Sus ojos, una vez cálidos y excéntricos, ahora parecían distantes y fríos, retratando la actitud de un verdadero noble.
La transformación fue contundente, y la usual energía juguetona fue reemplazada por un aire de solemnidad.
Xuan Yang, el más observador de sus amantes, fue el primero en notar el cambio. El nervioso frote de Xu Feng en su propio vientre, un nuevo signo revelador, insinuaba la turbulencia interior.