No Puedes Sentarte Con Nosotros

Las cejas de Xu Zeng se fruncieron aún más, su molestia aumentando con cada repetición del nombre de su hermano de los labios del intruso, Xu Hu Zhe. Las palabras ahora resonaban en su cabeza como una canción que se reproduce indefinidamente.

Era la segunda vez en un corto periodo de horas que Xu Zeng se encontraba irritado por las palabras del hombre. —¿Xu Feng?! Las palabras reverberaban en su mente como un tambor incesante, alimentando el fuego de su frustración.

—¿Xu Feng? ¿Xu Feng? Quería gritar, sacudir al hombre y hacerle entender que él no era Xu Feng, sino Xu Zeng—¡ZENG! Bai Mo lo había sabido casi instantáneamente...

A pesar de la tormenta de ira que se gestaba dentro de él, Xu Zeng logró mantener su compostura exteriormente. Resistió el impulso de atacar o retirarse, optando en cambio por una respuesta medida.

—No soy Xu Feng —afirmó con firmeza, su voz teñida de exasperación.