Al separarse finalmente, Bai Mo se encontró jadeando por aire, su pecho subiendo y bajando como si acabara de superar a una horda de jabalíes sin un tocón donde esconderse.
Sus dedos colgaban lánguidamente a su lado, su cerebro se sentía tan revuelto como su ropa desaliñada. Pero a pesar de su falta de aire, había un frustrante sentimiento de insatisfacción persistiendo dentro de él.
—¿Por qué había cesado el placer? —se preguntaba él—. No estaba listo para que terminara, todavía no. Quería más.
Había muchos estereotipos acerca de aquellos con linajes inmortales en Dongzhou—y aún más que él desconocía más allá de la barrera del continente. Solo había cinco tipos de bestias en Dongzhou, pero eso no les impedía ser prejuiciosos entre ellos.
A pesar de no mostrar ninguna promesa como niño, sin posibilidad de llevar sangre de zorro inmortal en sus venas, su padre y papá se aseguraron de que fuera moralmente respetable.