—T… tú… tú —el tío que conducía el carro de bueyes tenía problemas para articular las palabras por alguna razón. La tartamudez estaba mayormente ignorada mientras Xu Zeng intentaba concentrarse en el reconfortante peso contra su pecho y el calor envolviendo su mano derecha.
Las dos sensaciones lo mantenían arraigado en el momento. Xu Hu Zhe y el dúo Da Long y Xiao Long lo anclaban de alguna manera, incluso cuando su cuerpo y mente deseaban la libertad.
—¿Libertad de qué? Libertad de sus decisiones —Xu Zeng deseaba no necesitar su caparazón, pero desde que sus sobrinos habían dejado de crecer, su desarrollo había llegado a un completo alto, verlos permanecer en ese limbo por varios meses más sería una experiencia dolorosa en sí misma.