Barrido Limpio

La humanidad era una maravilla. Aunque las cosas fueran tan... diferentes, tan desoladoras, la vida todavía continuaba. No todo era arcoíris y sol, pero la voluntad de sobrevivir seguía siendo fuerte.

La gente intercambiaba bienes en puestos improvisados, extendiendo sus mercancías en el suelo como si fuera un día cualquiera en un mercadillo. Por un momento, casi parecía que todo era normal. Casi.

Pero la realidad, como siempre, volvía estrellándose. Los ojos todavía estaban sobre ellos, observando cada movimiento, esperando el más mínimo error para sacar ventaja. Xu Feng ajustó sus mochilas y cambió de brazo a Mingjun.

Realmente tenía un punto débil por los niños.

Fue una lenta realización, pero mirando atrás a todas las vidas y memorias que podía recordar, su afecto por los pequeños siempre estaba allí.

Y no era solo por sus propios hijos.