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—¿A quién se parecen los dos bebés?
Xu Feng permaneció inmóvil, casi sin respirar, observando a los dos bebés dormir plácidamente después de comer hasta saciarse.
No necesitaba ni hacerles eructar ni nada. Los dos habían eructado—bastante fuerte—por su cuenta. ¿Necesitaría hacerles eructar en el futuro si les daba fórmula? ¿Era esto porque les había dado puré de manzana?
—Eres tan grande —susurró con asombro a los dos cachorros de dragón. Sus cachorros. Uno anidado en sus brazos y el otro esparcido sobre su regazo.
El calor de sus pequeñitos cuerpos presionados contra él le daba una extraña, casi surrealista sensación de paz.
Da Long, el mayor de los dos que parecía tener al menos nueve meses de edad en tamaño, estaba acurrucado cerca de su pecho, su cabeza descansando pesadamente en el hombro de Xu Feng.