Salir Más

El sol ni siquiera había salido completamente cuando Margarita se deslizó fuera de la cama, su camisón resbalándose de un hombro para revelar un perfecto pecho morado antes de que lo ajustara. Era hora de empezar sus autoasignadas tareas como la madre/empleada/chef/chica sexy residente del manor.

El desayuno era, como de costumbre, su dominio. No porque alguien se lo pidiera, sino porque a Margarita le gustaba mantenerse ocupada.

Melistair bajó primero, como siempre. Su ropa de trabajo no podía esconder su musculoso cuerpo - todos esos años de construcción le habían sido **muy** amables.

—Buenos días, guapo —ronroneó ella, asegurándose de inclinarse correctamente al dejar su plato.

—Estás de buen humor. Qué bueno verlo —dijo él antes de caminar hacia ella y darle una palmada casual en el trasero.

Margarita solo sonrió.

—Cuidado. Tendré que castigarte por eso.

—Ni siquiera bromeas sobre eso, ¿de acuerdo? Llegaré tarde al trabajo. Otra vez —dijo él con una sonrisa.