—¡Joder, joder, JODER! —gritó Melisa mientras la lengua de Vira hacía magia entre sus piernas. La otra nim tenía sus muslos completamente abiertos, devorando su coño como si se estuviera muriendo de hambre.
«¡Santo cielo, es buena en esto. Como de nivel Isabella. Aunque tal vez no debería mencionárselo…», pensó.
—Corrételo para mí —susurró Vira contra su clítoris, tres dedos bombeando en el empapado agujero de Melisa—. Déjame saborear lo bien que te hago sentir.
La espalda de Melisa se arqueó cuando llegó su orgasmo, bañando la cara de Vira con sus jugos. La otra nim solo gimió y lamió con más fuerza, prolongando su placer hasta que Melisa quedó hecha un desastre tembloroso.
«Caray, mi coño va a estar dolorido mañana», pensó Melisa mientras Vira finalmente la soltaba, arrastrándose para acostarse a su lado. Sus muslos todavía temblaban. «Aunque vale la pena por esa lengua. Santo cielo.»