Roy
Su expresión facial se oscureció y sus labios se convirtieron en una delgada línea casi de inmediato.
—No me llames así —respondió él bruscamente y en otro tiempo, me habría preocupado de haber cruzado una línea, pero ahora que sabía la verdadera razón por la que odiaba que lo llamaran así.
—¿Por qué no? —murmuré y su ceño se acentuó mientras parpadeaba mirándome. Levantó las manos como si quisiera empujarme pero decidió no hacerlo en el último momento al darse cuenta de que tendría que tocarme el pecho para eso.
—Vete, Roy. Ve a tu habitación —exhaló lentamente y yo rodé los ojos antes de bufar, y luego me acerqué más a él hasta que la distancia entre nosotros fue muy pequeña.
—No quiero y no creo que tú quieras que me vaya tampoco —señalé, con las cejas arqueadas y él parpadeó una vez antes de crisparse.
—Quiero que te vayas. Ahí, acabo de repetirlo ahora mismo —me lo lanzó y yo bufé antes de volver a rodar los ojos.