El Guardián lo agarró y el mundo se volvió azul por un instante, luego Karl se encontró de pie dentro del laboratorio, y la Garra Haint en el Guardián.
Un estruendo fuera de la puerta blindada y una sensación de pérdida le indicaron que el área se había derrumbado, aplastando a los Guardaespaldas, a quienes de inmediato convocó a su lado.
—¿Monarca? Gracias a los Dioses Dragón, estás bien. ¿Los equipos de seguridad nos rescataron de los intrusos? Espera, ¿cómo entraste sin abrir la puerta? —Fizzspark exigió.
Karl acarició la cabeza del Guardián y sintió el pulso de energía de la Garra Haint.
No era conciencia, más bien como un mecanismo de seguridad preestablecido. La Garra Haint podía habitar en el Guardián y, en ese cuerpo, podía usar su forma etérea para moverse entre objetivos, de la manera en que lo había hecho en combate contra los Gólems del Señor Supremo Ahmad.
—Habilidad secreta. ¿Todos aquí están bien? —Karl preguntó.