Debutantes

Las damas del grupo de Karl rápidamente se unieron a la diversión y compraron largas cadenas de cuentas de vidrio baratas para lanzarlas alrededor del cuello de los jóvenes.

Había abundante ron fluyendo de los barriles en cada esquina, y Karl los llevó a un rincón donde estaba instalado el mismo pozo de humo que durante la batalla.

—Carnicero, es bueno verte de nuevo. Tomaré lo que estés sirviendo, para todo el grupo del Gremio —saludó Karl al corpulento Demonio.

—Oh, felicidades por convertirte en Soberano. Es bueno verte de nuevo, Campeón de Guerra. ¿Estás seguro de que no quieres unirte a ellos? Aún eres un hombre joven —bromeó el Demonio.

Karl se rió y ladeó la cabeza hacia donde un joven estaba siendo escoltado al cuarto trasero de una tienda por dos jóvenes con atuendos cuestionables.

—Creo que insultaría a alguien si tuviera que rechazar la más festiva de las festividades.