Karl se levantó y se duchó la mañana siguiente, luego salió al patio delantero para mirar el sol alzarse.
Pero justo cuando estaba a punto de sentarse en el columpio del porche, notó que había alguien envuelto en la manta que estaba sobre él. Él conocía a esta persona, Karl estaba seguro de ello.
Era la pequeña niña de la tienda mayorista de armas basura cerca de la mazmorra.
Karl recogió a la pequeña niña lagarto y la llevó adentro, mandando callar al curioso Mick, que estaba preparándose para el día en la habitación del frente.
La puso en una cama en el segundo piso y la dejó durmiendo. Cuando despertara, alguien podría preguntarle qué la había llevado a la Casa del Gremio Anfitrión Luzoscura en medio de la noche.
No habían regresado hasta después de los fuegos artificiales, y no había forma de que Karl hubiera pasado por alto su presencia en la oscuridad, cuando la Vista del Alma estaba mucho más activa.