Karl regresó a la sala principal, donde encontró que Dana y el Señor de la ciudad estaban bebiendo jugo y comiendo sándwiches, mientras discutían los detalles de la teoría de la magia del viento.
Habían superado su incomodidad inicial, y una vez que se dieron cuenta de que ambos compartían una pasión por la magia, se volvieron completamente absortos.
Entonces, Karl y la Dama de Drodh no los interrumpieron, y la Dama decidió llevarlo a otra habitación para una sorpresa adicional.
—Tienes un conocimiento extenso sobre Runas, ¿es correcto? ¿Puedes crear una protección que me diga quién sigue entrando para arruinar mis sorpresas? Aquí es donde guardo mis regalos para futuros eventos, y alguien sigue dejando que el conocimiento llegue a mi esposo —susurró ella.
—¿Estás segura de que él no está simplemente leyendo la mente de los sirvientes para averiguarlo de antemano? —preguntó Karl.