Los refuerzos que llegaron para ellos resultaron ser dos Batallones de infantería del Séptimo Regimiento Bhurk. Ambos estaban compuestos casi en su totalidad por Demonios de la Ira, y marchaban con pesados escudos en formación de falange, ideal para evitar que hordas de zombis y otros no muertos menores se infiltraran en sus filas.
Incluso tenían escudos especializados, lo cual intrigó a Karl.
Tenían un sistema de cierre de pin y barril, con un pin en la izquierda y un tubo hueco en la derecha, de modo que cuando los soldados estaban hombro con hombro, los grandes escudos podían interconectarse para formar una pared defensiva sobre la cual los Demonios más altos podían atacar.
Esa era una ventaja que los Demonios de la Ira tenían sobre la mayoría de las otras especies. Con el soldado promedio midiendo más de tres metros de altura, empequeñecían al ejército no muerto e incluso a la gran mayoría de los locales Orcish.