Ya no soy ese niño indefenso

Fan Zhengying miró a Fan Zhiheng, tomó un sorbo de agua y preguntó:

—¿Anciano? ¿Eres digno de ser mi anciano? Nos separamos hace mucho tiempo, y tú elegiste abandonar a tus hijos. ¿Qué quieres hacer viniendo aquí ahora? ¿Te arrepientes de abandonar a tu hijo y a tu hija después de saber que tuvieron una buena vida?

Al oír lo que dijo, Fan Zhiheng sintió que Fan Zhengying arrojaba su rostro al suelo y lo pisoteaba sin piedad. Su cara se volvió roja de ira y señaló a Fan Zhengying con un dedo tembloroso.

—¡Tú– Tú...!

Fan Zhengying no miró su cara enojada y dijo con calma:

—Deberías irte antes de que mi segundo hermano menor te vea.

Después de decir esto, Fan Zhengying no le dio a Fan Zhiheng ninguna oportunidad de hablar. Puso el vaso y dijo:

—¡Alguien! ¡Vengan y escolten a esta persona fuera!

Tan pronto como terminó de hablar, dos soldados entraron y arrastraron a Fan Zhiheng fuera de la tienda. Mientras luchaba, Fan Zhiheng seguía gritando: