—¿A dónde vas? —preguntó Xiao Shao al mirar a Fan Zhengyin mientras se levantaba.
—A enseñarle una lección al desgraciado —respondió Fan Zhengyin con una sonrisa en su rostro y con calma.
—No te preocupes por tu hermana menor. Yo cuidaré de ella. Debes volver sano y salvo —susurró Xiao Shao tras mirar su expresión de disgusto y saber quién era ese desgraciado.
—Me despido primero —dijo Fan Zhengyin asintiendo y juntando sus puños.
En el momento en que se giró, la sonrisa en el rostro de Fan Zhengyin desapareció y su expresión se volvió fría. Esta vez, no dejará escapar a su desgraciado padre tan fácilmente. Las vidas de su hermano mayor y más de cuarenta y ocho mil soldados deben ser pagadas con sangre.
—Joven Maestro Xiao, deberías regresar y descansar —dijo Xu Xiang después de que Fan Zhengyin se fuera, mirando a Xiao Shao.
—Está bien. Entonces regresaré primero. Buenas noches a todos —respondió Xiao Shao con una sonrisa, sintiendo su preocupación.