Recuerdos en Espejos

Estudié al hombre que tenía delante. Él era la representación de cómo se veía a sí mismo, y este hombre tenía un alto concepto de sí mismo.

Llevaba pantalones de vestir grises y plisados que parecían costar tanto como la mitad de todo mi guardarropa y un suéter azul pálido a juego. Debajo del suéter, llevaba una camisa blanca de vestir con una corbata azul más oscura, cuyo nudo asomaba por encima del suéter.

Sus gafas plateadas parecían brillar en la oscuridad de su mente.

Claramente, este hombre consideraba que su imagen era muy importante.

—Te me haces conocido —murmuró el hombre mientras inclinaba la cabeza hacia un lado—. ¿Dónde te he visto antes?

Alzando las cejas, miré al hombre. —¿Además de ahora mismo? No tengo idea. Si no quería que terminara de curarlo, ¿no podía simplemente seguir adelante, recoger a mis chicos y marcharme? ¿Por qué teníamos que tener toda una conversación?