Rip asintió con la cabeza, comprendiendo. —Ya veo. ¿Quieres decir que estaba vivo hasta ahora y en cuanto te vio se suicidó? —caviló el hombre, con una sonrisa que nunca desaparecía de su rostro.
—No —gruñó Bai Long Qiang, sacudiendo la cabeza tanto como podía, teniendo en cuenta que el monstruo aun lo tenía presionado contra la pared.
—¿No? Así que no solo murió. ¿Eso es lo que me estás diciendo?
—Bien podría haberlo estado —gritó el hombre, con lágrimas recorriendo sus mejillas—. No supe hasta ahora que estaba muerto. Fue un shock, ¿vale? Especialmente después de saber...
—Y ahora hemos vuelto al tema de tu inteligencia —rió Rip, sin mostrar el más mínimo signo de fatiga en su brazo—. ¿De verdad eres tan tonto como para asumir que no había muerto todo este tiempo? ¿Que su muerte fue tan sorpresiva para ti que mandaste a mi mujer sola?