Viniendo al Rescate

Los guardias parecían asombrados por su voz chillona y su mirada fría. Se les había enseñado a no notificar a los nobles ya que podrían ser sensibles, pero nunca se les dijo que tenían que soportar sus berrinches.

Este lugar pertenece a Harold. ¿Deberían perder tiempo tratando con los nobles a expensas de perder a Cotlin otra vez? Absolutamente no. Su jefe los freiría vivos.

El hombre ignoró a la mujer y trató de moverse, pero Ascua lo sostuvo por el cuello y lo jaló hacia atrás. Para ser mujer, era fuerte. El hombre quedó atónito por cómo ella logró arrastrarlo de vuelta hacia ella.

—Nunca supe que el personal aquí es tan desobediente. ¿No me escuchan? —frunció el ceño profundamente. Se miraron confundidos.

El otro avanzó para ayudar a su amigo. Pero por más que lo intentó, no logró liberar a su amigo.

—Señora, déjelo ir. No somos empleados aquí. No podemos ayudarla. —pero aun así ella no lo soltó.