—Madre, también quiero escribir una historia. Algo sencillo pero dulce —la joven Eva sostenía el pergamino y lo leía con una expresión celosa en su rostro cuando Elsa le sonrió.
—Algún día, crearás leyendas, mi hija. Estás destinada a grandes tareas. Pero para eso, tienes que ser más fuerte. O nunca te dejaré enfrentarte a los peligros —Else tomó a Eva en sus brazos y luego miró el pergamino en sus manos con una expresión conflictiva en su rostro.
—Hasta entonces, guardaré este pergamino seguro para ti. ¿Qué tal si lo llevamos con nosotros para la reunión con Damien? ¿Puedes leerlo juntos más tarde? —Eva asintió de inmediato mientras envolvía sus brazos alrededor de su madre.