Killian frunció el ceño mientras miraba al hombre de ojos oscuros. Había pasado una eternidad desde la última vez que había visto sus ojos oscuros. Tenía doce años cuando este hombre decidió desaparecer tras aquel accidente. Después de su muerte. Quizás fue un niño entonces y no entendió bien las cosas. Pero había analizado aquellos sueños durante tanto tiempo que sabía lo que este hombre significaba aquella noche.
—Pensé que ibas a pudrirte en esa habitación como una de las colecciones de su majestad para siempre —La voz burlona no afectaba a Aric. Él solo levantó una ceja con una mirada divertida.
Damien en sus recuerdos era un niño amable y tímido. Ayudaría a todos los que pudiera encontrar y no se limitaba a los humanos.
—¡Tch! Estoy aquí para ver, ¿todavía coleccionas aves y conejos en tu patio trasero y Violeta los ahuyenta con sus garras oscuras o no? —Damien miró al hombre con una mirada incisiva.