Mentiras por todas partes

—Quiero los recuerdos de mi madre —anunció Eva sin dudarlo. Su rostro tenía una sonrisa llena de anhelo—, pero tengo a muchos que pueden compartirlos conmigo cuando llegue el momento. No te necesito.

Aunque Eva susurró esas palabras con una voz despectiva, Charlotte solo sonrió, una sonrisa llena de lástima mientras negaba lentamente con la cabeza.

—Pero, cariño Eva, nadie en este vasto mundo conoce su verdad excepto yo —había algo en su voz que asustó a Eva.

—Estás mintiendo. Estás jugando con mi mente otra vez —trató Eva de sacudirse ese sentimiento, pero le resultaba difícil. Podía sentir la ligera burla de Charlotte cuando lo decía.

—Puedes negarlo. Pero ambas sabemos la verdad —se inclinó hacia Eva y cubrió sus manos frías con las suyas—. Ambas sabemos que fui la única que estuvo en esa casa. Viví con ellos para conocer la fea verdad de su relación. ¿O por qué crees que tu madre cometió…? —Charlotte rió con lástima reflejada en su rostro mientras acariciaba las manos de Eva.