—Felicitaciones, su majestad. Ha pasado tanto tiempo desde que la posición de la reina y la emperatriz estuvo vacía. Ahora tenemos una segunda princesa y la reina a la vez. —El comentario sarcástico en la voz de Abraham no podía ser ocultado mientras miraba a ambas mujeres con los ojos entrecerrados.
Avellana había bajado la cabeza y miraba el vestido de Elena con una expresión perdida. Todavía no podía creer que Elena fuese elegida como consorte para Carmen. Ese hombre parecía estar desprovisto de placer. La manera en que miraba a las mujeres como si no merecieran su atención. Si hubiera sabido que estaba buscando una pareja… ¡Ja! Aun así habría elegido a Damien.
Si tan solo Damien hubiera entendido su lealtad. Desde la infancia, solo quería ser la duquesa. Su compañera y su amante. Pero ese hombre… ella apretó sus manos en un puño mientras canalizaba su rabia hacia Eva. Era por culpa de esa mujer que su vida se había convertido en esto.
Si quería herir a alguien, solo sería Eva.