¡Amor Físico!

El cielo ya comenzaba a teñirse de rojo, el canto de los pájaros se escuchaba a lo lejos, pero la puerta de la cámara de Su Majestad permanecía firmemente cerrada. Las criadas, con los rostros enrojecidos por los sonidos íntimos que habían escuchado toda la noche, se lanzaban miradas pero no se atrevían a acercarse. La puerta no se abrió.

En el interior, Carmen miraba a su nueva esposa con una mirada ardiente. Ya la había tomado tres veces, pero el hambre que sentía por ella permanecía insaciable. Ella yacía sobre su estómago, su espalda desnuda expuesta, provocándolo con su liso contorno.

La respiración de Elena era suave y constante, su cuerpo relajado tras la intensidad de su pasión. El deseo de Carmen se encendió de nuevo al verla tan vulnerable, y se inclinó hacia ella, rozando sus dedos suavemente por su columna vertebral. Ella se movió ligeramente, un suave murmullo escapando de sus labios.

—Carmen —susurró, su voz una mezcla de agotamiento y deseo.