—Ven aquí para que pueda mirarte —con esas palabras, Jin Jiuchi finalmente dejó su amado consolador de jade para acomodarse al lado de su persona favorita.
Los ojos de Shen Nianzu se desviaron hacia su erección aún dura y dolorida, viéndose como si estuviera a punto de explotar por lo oscuro que era el color, y un atisbo de preocupación ensombreciendo sus rasgos —.Has estado tan concentrado en mí que te has descuidado. ¿Te duele?
—Uh-huh —confirmó Jin Jiuchi. No lo había pensado demasiado cuando le estaba haciendo sexo oral a Shen Nianzu porque toda su atención estaba enfocada únicamente en cómo sabía la muñeca de jade bajo su lengua, pero ahora que Shen Nianzu lo mencionó, comenzó a sentir un dolor punzante en sus partes. Aprovechando el momento en que Shen Nianzu se mostraba compasivo, se acurrucó más cerca y murmuró :
—Nian'er, me duele…
Como un niño que se queja de su rodilla raspada después de caerse de una bicicleta.