Ante él estaba un niño pequeño de unos tres o cuatro años, con una cabeza de cabello negro esponjoso, mejillas regordetas y ojos redondos. Estaba vestido con un kimono negro de mangas largas y fluidas, mirando a Shen Nianzu con una mirada inquebrantable. Habría parecido completamente humano si no fuera por esas llamativas pupilas doradas en forma de hendidura que ningún humano podría poseer. Y, por supuesto, por el hecho de que acababa de aparecer de la nada. Tan pronto como Shen Nianzu fijó la mirada en él, fue como si una mini bomba hubiera detonado en su mente, haciendo que sus pensamientos giraran incontrolablemente. Él sabía… él conocía estos ojos. Los había visto antes. Además, si tenía que ser completamente honesto, este niño se parecía tremendamente a
—Infractor, debe ser castigado.