Esta inesperada y estremecedora revelación le dio a Shen Nianzu otro gran shock y lo llevó a una pregunta que nunca había osado contemplar antes: ¿Podría Jin Jiuchi envejecer? ¿O permanecería eternamente joven y sorprendentemente atractivo incluso mientras Shen Nianzu envejecía hasta convertirse en un viejo feo y calvo? La mera idea era tan aterradora que Shen Nianzu tuvo que expulsar la imagen mental de su mente por el bien del último hilo de cordura que le quedaba. Nada era seguro aún, intentó razonar. No debía olvidar que este era un laberinto de tiempo y espacio, lo que significaba que cualquier mención del tiempo probablemente se distorsionaría hasta un grado mórbido. Fue con ese argumento que logró recuperar la compostura y exhaló temblorosamente, perlas de sudor formándose en su frente.
—Ya veo —tartamudeó—. Tienes razón, realmente no tiene sentido contar tu edad aquí.
Los dos bollos le dieron una mirada idéntica que parecía decir: «te lo dije».