—¿Hmm…? —Medeia inclinó la cabeza mientras observaba la apariencia infantil de Shen Nianzu, perpleja pero intrigada a partes iguales—. ¿He estado dormida demasiado tiempo? Pareces un poco diferente al mocoso descarado de mi memoria.
—¡Tú…! —La ira de Momoko se encendió, y pisoteó el suelo con frustración—. ¿Por qué me estás ignorando? ¡Estoy hablando contigo!
Medeia finalmente dirigió su atención a Momoko, y aunque su tono seguía siendo dulce y agradable, la molestia en sus ojos era palpable.
—¿Y quién podrías ser tú, pequeñita?
Momoko se enfureció aún más cuando lo escuchó.
—¡Soy la sirviente de Khronos, Momoko! ¿Cómo es posible que no me conozcas si estás pisando el territorio del Maestro Khronos?!
—Ah, sí. —Medeia parecía no prestar atención a ese hecho. Le hizo un ademán despectivo a Momoko—. Te recordaré de ahora en adelante. Si es que estoy de humor, claro.
—¡Tú!