Esa noche, Song Yunshi se mantuvo firme en no cerrar un ojo en absoluto. Aunque tuviera que cortarse un trozo de carne, debía asegurarse de que el Príncipe sobreviviera hasta el amanecer. Podía sentir que todos en el palacio del príncipe también estaban inquietos. Aunque nunca se había reunido verdaderamente con los otros jugadores de la misma facción, sabía que todos estaban concentrados en el mismo objetivo: proteger al príncipe.
Y él, Song Yunshi, era la última línea de defensa que los enemigos debían atravesar antes de llegar al Príncipe.
Como de costumbre, el chico se retiró a su habitación y se durmió sin ninguna preocupación en el mundo, actuando como si no estuviera al tanto de la llamada 'maldición' que había estado acosando a los Príncipes de la Corona en el palacio. Afuera, Song Yunshi permanecía vigilante junto a los soldados enviados por el Emperador, listo para repeler a cualquier atacante de facciones rivales.
Pero, vaya, vaya, cómo había subestimado la situación.