Gu Luoxin negó con la cabeza, sus mejillas llenas de pan. No tenía idea de cómo responder a esa pregunta, pues tampoco sabía por qué estaba llorando. Tal vez se debía a que se había relajado demasiado con sus poderosos compañeros de equipo y rara vez se había sentido tan impotente como en este Ciclo. O quizá porque había estado reprimiendo demasiadas quejas dentro de sí, y ahora que alguien —o más precisamente, un gato— le había mostrado tal gesto de amabilidad, no pudo evitar sentirse profundamente conmovido.
—P–Perdón —balbuceó mientras se apresuraba a secarse las lágrimas.
Alzando la cabeza, logró esbozar una sonrisa genuina hacia el gato negro, aunque los ojos llorosos lo hacían parecer un poco lastimoso.
—El pan está delicioso. Muchas gracias por traérmelo, ciit…
Observando al ratón marrón, la cola de Lucius golpeó ligeramente el suelo mientras un brillo indescifrable destellaba en sus ojos verdes.
—Mejor que no te vea así, miau.