Después de atiborrarse de pastel, las tres personas se volvieron inquietas y empezaron a jugar con los globos lanzándolos por todo el lugar. Los dos adultos se estaban cansando, pero Feng Xieling apenas estaba calentando. Saltaba sobre la cama impulsando los globos hacia Feng Zi y Feng Zi los devolvía hacia Airen, así empezando un juego repetitivo.
Este juego continuó por mucho tiempo, durando hasta que Qie Ranzhe regresó de investigar al ex de Feng Zi. La expresión enmascarada que había conjurado con gran dificultad se desmoronó en pedazos cuando vio a Feng Zi retozar como un niño con una sonrisa alegre que tocaba las cuerdas del corazón de Qie Ranzhe. «Esto es ridículo», pensó Qie Ranzhe apretando los puños, usando el dolor para alejarse de este extraño sentimiento.
Así, Qie Ranzhe se quedó parado en la puerta con una expresión perdida sin pronunciar una sola palabra. Wen Qinxi eventualmente lo notó y se acercó con una sonrisa radiante preguntando:
—¿Me buscabas?