Feng Zi frunció el ceño como si estuviera a punto de despertar, pero no lo hizo, pues su ceño se suavizó. Esto hizo que el general fuera aún más descarado. Con sus delgados dedos tocó el ojo de Feng Zi acariciándolo gentilmente con su pulgar antes de acariciar su mejilla, seguido por sus labios ligeramente entreabiertos. En cuanto su pulgar tocó los labios de Feng Zi, los ojos de Qie Ranzhe se oscurecieron con un atisbo de obsesión. Con su corazón latiendo contra su pecho, tomó una decisión firme. Quería besar esos labios rosados hasta que se hincharan. Solo estaría satisfecho hasta dejar un chupetón en esos hermosos labios y dejar que el mundo entero supiera que Feng Zi le pertenecía.
Se acercó más silenciosamente lo posible, pero sus acciones pronto fueron descubiertas cuando Feng Zi finalmente emergió de su sueño profundo.