Ahora estaba claro como el día que Nu Shen había apostado por el caballo equivocado. Feng Yu siempre la había consentido y mimado en cierta medida. Sabía que Feng Yu tenía un lado despiadado, una bestia entre los depredadores, pero nunca había estado en el extremo receptor, eso es, hasta hoy.
Lo lamentaba, lamentaba todo. Debería haber permanecido obediente y dejar ir a Feng Zi. Su traición la había llevado a esta situación y iba a morir a manos del hombre que la había criado. Nu Shen estúpidamente había cavado su propia tumba. A pesar de todo su llanto y explicaciones, Feng Yu tenía la intención de enterrarla en esa fosa con sus cómplices.