En la vasta cadena montañosa con picos cubiertos de nieve, la atmósfera que alguna vez fue serena, destinada a aliviar el estrés, fue perturbada por fuertes rugidos que resonaban en las montañas. Las nubes esponjosas flotando en la cima de las montañas se dispersaron como si presintieran el peligro inminente. Dos dragones, uno negro y el otro gris surcaban los cielos escupiendo llamas dorado-rojas el uno al otro. El clima dio un giro de 180 grados de frío a extremadamente caliente.
Como si un verano ecuatorial hubiera descendido sobre uno de los lugares más fríos de la Tierra, derritiendo la nieve de las hermosas montañas. Padre e hijo estaban en desacuerdo el uno con el otro sin contenerse. Era hora de que intercambiaran golpes y desahogaran sus agravios.