Cuarto Mundo: Falso Bomba de Oso de Peluche

Las caras de los guardaespaldas se pusieron pálidas al darse cuenta. Simplemente nunca pensaron que Su Xin llegaría tan lejos. Nunca había llegado tan lejos antes. Normalmente regañaba o ignoraba a Qie Xieling y nunca involucraba al joven maestro en sus planes de escape. Resulta que incluso un conejo mordería cuando está acorralado.

—¡Mierda!... ve a salvar al joven maestro... ¡Ahora! —gritó el jefe de seguridad previendo su cabeza en una pica una vez que su jefe regrese.

—Me alegra que hayamos llegado a un entendimiento mutuo... Por mucho que me gustaría quedarme y charlar, realmente tengo que irme —dijo sacando una pistola haciendo que los guardias restantes se sobresaltaran.

Wen Qinxi disparó a todos los neumáticos de los vehículos lujosos estacionados afuera, excepto al jeep negro más cercano a la puerta.

—Perdón... entiendes, ¿verdad? —dijo con una sonrisa burlona que hizo que el jefe de seguridad rechinara los dientes de rabia.