En la silenciosa bóveda, dos personas estaban de pie frente a una caja fuerte sofisticada asombradas. A primera vista parecía fácil, pero tras una deliberación cuidadosa, resultó ser un desafío. No había manera de que Li Meimei pudiera manejarlo, lo que significaba que tal tarea tomaría mucho tiempo y estaban apretados de tiempo.
Wen Qinxi cerró la puerta de la bóveda y encendió la pequeña cámara que había dejado en el conducto para advertirle si alguien venía. Había experimentado múltiples situaciones estresantes desde que entró en este juego, pero esta era, de lejos, la peor. Si ese psicópata Kai Zi lo atrapaba en el acto, lo despellejaría vivo y lo colgaría de un poste como advertencia.
La idea de que le arrancaran la piel vivo le dio escalofríos. Rehuyendo morir de una manera tan terrible, regresó al lado de Li Meimei y comenzaron a especular acerca del mejor método para resolver el problema.