Si Wen Qinxi supiera sus pensamientos, no habría dudado en hacerla desaparecer la primera vez que llegó a este mundo. Una persona tan de corazón negro no merece caminar entre la gente normal.
—Incluso alguien como Casio no se negaría a salir contigo. Al menos te colmaría de amor y te haría sentir como una princesa —sugirió Li Meimei con una sonrisa astuta en su rostro.
El rostro de Casio se volvió ceniciento al pensarlo. Sintió que su cena entera subía por su garganta. Estaba tan perturbado por esta noción que no pudo evitar preguntar:
—Mei-Jie, ¿me odias tanto? ¿Por qué querría tener algo que ver con una psicópata? ¿Y tú? ¿Por qué no te ofreces como sacrificio?
Li Meimei se rió mientras Ting-ge tiraba de Casio hacia su lado, por si Zhao Huangzhi se lo tomaba en serio.
—Shh... no le des ideas —dijo deseando poder sellar con cinta la boca de Li Meimei también. Después de todo, ¿quién puede entender la mente de un psicópata?