Después de ser robada por la calamidad negra dos veces, Dai Yu no pudo soportarlo más y le gritó a su primo.
—En serio Ran-ge, déjanos algo —mientras azotaba con su látigo a las viles criaturas.
—Ten cuidado con lo que deseas —gritó Machu mientras cuatro púas salían de su abanico golpeando simultáneamente a cuatro criaturas en la cabeza. Tenía razón porque Qie Ranzhe retiró la calamidad negra al instante, cazando a Qie Anzhie.
Sintiendo la presión, Dai Yu no se atrevió a dejar que Machu tuviera un momento de «te lo dije» mientras se involucraba completamente en la batalla. Atrajo a muchas criaturas porque a primera vista parecía débil, pero eso era un gran error de su parte. Todo lo que se podía oír era el sonido del látigo quebrando el aire y el sonido de la carne siendo arrancada de los huesos y los huesos rompiéndose bajo tanta fuerza.